domingo, 29 de agosto de 2010

La llamada


Hace ya cinco meses que decidí venirme aquí, pero desde entonces el paisaje ha cambiado bastante. Con la llegada del frío, la gente ha vuelto a la capital y me he quedado solo entre la oscuridad de los bosques.

Quería encontrarme a mí mismo, pero estoy descubriendo algo que va mucho más allá, algo que me aterra.

Hace treinta días, en uno de mis delirios nocturnos, me rapé la cabeza. Quería verme tal y como soy, pero lo que vi se parecía muy poco a mí. Después me quité la barba, y más tarde las cejas. El resto de la noche, lo pasé eliminando cada uno de los pelos de mi cuerpo. No sé muy bien porque lo hice, supongo que me dejé llevar.

Es curioso como el tiempo carece de importancia cuando tú dejas de dársela. El calendario, y sobre todo, el reloj, han dejado de ser una meras guías para convertirse en una brújula que me indica en todo momento el camino. Sin ellos estoy completamente perdido.

Hace tres semanas, en una de las noches más oscuras, oí unos ruidos muy extraños alrededor de mi casa. Al principio creía que era un animal o algo por el estilo, pero estaba equivocado. Cogí una linterna y fui andando muy despacio hacia la oscuridad. Estaba completamente paralizado por el miedo, pero mis piernas seguían moviéndose hacia delante. El ruido era cada vez más intenso, y las plantas no paraban de moverse. El corazón me latía cada vez más rápido...

Noto como cada vez me hallo más cerca de conocer la verdad, pero también noto como cada vez me hallo más lejos de abrazar la cordura.

Hace quince días, bajo una luz intensa de cuarto creciente, me di una ducha. Estaba completamente borracho y bastante cerca de la absoluta inconsciencia. Comencé a ponerme retos absurdos y cuanto más borracho estaba, más confiaba en mis capacidades para superarlos. El primer reto fue acabarme la botella entera de bourbon. Lo superé. El segundo fue darme una ducha. También lo superé. El tercero fue aguantar 30 segundos bajo el agua helada de la ducha. Y también lo superé, pero con este último algo cambió. Cuando llegué al segundo 30 perdí el control. Mis retos dejaron de ser meras pruebas para convertirse en algo visceral, algo que me hacía actuar sin tener dominio de mi ser.

Completamente desnudo salí corriendo hacia lo profundo del bosque. No sentía mi cuerpo, pero algo me atraía hacia allá, donde la luz se pierde. Corrí durante un rato hasta que caí exhausto al suelo. Creo que perdí la consciencia durante un momento, y al regresar, me vi rodeado de lobos. La luz de la luna se reflejaba en sus ojos. Todos me miraban fijamente, pero no sentía hostilidad en ellos, es más, me sentía extraño, como a gusto...

Se me ha parado el reloj y empiezo a estar ciertamente desorientado. La luz del sol me guía, pero he perdido la noción de las horas, y los siete días de la semana se han convertido en uno intermitente.

Hace unas horas me he vuelto a perder completamente borracho en el bosque. Tengo la sensación de haber estado andando durante horas, pero lo mismo ni me he movido del sitio. Lo cierto es que sin saber cómo, he acabado llegando al cementerio. Siempre es una suerte llegar a un cementerio andando, pero no entiendo que hago aquí.

Sé que hay algo ahí fuera que está dentro de mí y que no puedo explicar, solo puedo sentir. Pero me da miedo, y no sé si estoy preparado...

No estoy preparado, porque sino lo sabría.

He vuelto a Madrid, con mi reloj, mi calendario y mi trabajo.

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